martes, 27 de noviembre de 2012

Sor Juana y las campanas deshilachadas.





Campanas deshilachadas por el golpe del viento
inundando mí oído con su suave temblor,
caricias de gota
Cayendo y coleteando como peces en el suelo.

Todo es como un impulso. Como cuando escribo.
Todo es incorrecto. Menos el latido de tu corazón.

El día se diluye en las manos de la noche
y todo se va,
todo menos tu un fénix de carne en la oscuridad.

Y en la hora en que las almas flotan por los sueños,
dos cuerpos se mueven, uno sobre el otro,
péndulo de sexo y amor.
Y en un mar sin luna, las pieles estallan
como olas en la roca.

Descanso. Hasta el amor se toma un descanso por las noches…
hay algo más allá del pensamiento,
eso eres tu amor.
El amor no es eterno. Eterno es el recuerdo que no se puede borrar.

Las palabras de Sor Juana son campanas deshilachadas
por el viento.
Campanas de un eterno sonar.


sábado, 17 de noviembre de 2012

El Viaje





 Apenas cierran los ojos
la luz es un túnel,
por dónde camina la mirada.
El pensamiento
se desarraiga en la distancia
partiendo al infinito.
El miedo
es apenas un susurro
que no alcanza
a la piel del cansancio.
El alma en el cuerpo
y el cuerpo
vagando por la sensación
del vacío en el aire.
El viaje
hecho de pasos certeros
continúa la línea
de su más correcto fin.

martes, 6 de noviembre de 2012

Palabras sobre el poemario “Noche sin Clausura” de Laura Giordani.


 
 
 
Que hay detrás de una “Noche sin Clausura”, quizás la respuesta seria, finísimos poemas escritos con la paciencia del alfarero, sacados del harapo del tiempo, hurtados de un campo casi sagrado donde las manos mortales del poeta rozan la piel austera de la inmortalidad.

Leyendo este poemario de Laura Giordani,  las imágenes se multiplican, la voz del poeta cae como un eco interminable, la red de las palabras acaricia cada cuerda invisible que hace latir la sensibilidad del alma. Los duendes de la inspiración saltan de verso en verso, por momentos se relucen figuras escondidas entre las líneas, acaso ese brillo no se más que el dulce tesoro de la palabra descubierta.

Lo que hace a un poeta distinto es ese descubrir la palabra, darle el soplido justo a la llama que calorífica la esencia de esa figura que llamamos palabra. Descubrir o quizás volver a tomarla y acariciarla para vestirla nuevamente, ese es el arte del poeta, ser el artesano que vuelve a dar vida a las letras que van marchando hacia la poesía luminosa de Laura.

La poesía es polvo disuelto en el universo, solo el alma contemplativa puede cautivarla y llevarla al mundo material de la hoja en blanco, como Sor Juana Inés de la Cruz, Laura Giordani es dueña de una sensibilidad que capta mucho de ese místico polvo, así la poeta logra trasmutar las imágenes de su interior de una manera  magistral.

Al final de la tarde cuando la noche va clausurando los designios del destino, los versos van hilando sus alas para volar a los ojos de la lectura; es que la noche invita al placer de leer, al placer de perderse en el laberinto mágico o en esa biblioteca de Babel de la cual tan magníficamente nos habló Borges.

La noche, la eterna noche tantas veces acariciada por los poetas. Es la noche el lugar que ha elegido la poeta para cantar la sinfonía de sus versos, es que solo a través de ella puede vislumbrarse la cercanía de una voz que acaricia, de una voz que sufre, de una voz que vuela libre  por el cielo nocturno.

Lo bello se transforma en pájaro aleteando contra el viento. Hay un misterioso hilo que ata el alma de Laura con las alas de los pájaros, hilo tejido por una Penélope que parece esperar el beso del amado, pero también la mirada tierna del hijo que reposa dormido en una noche que aun no ha llegado, en una noche donde la profecía de lo cierto caiga sobre los ojos, mojando la realidad del presente.

Poeta con alma de pájaro. Pájaro volando suave y liviano sobre una noche sin clausura. El canto del ave mañanera es como la voz en la poesía de Laura, alas que llevan versos para iluminar el mundo, para darle sentido a las sombras ocultas en la eterna noche que pasa silenciosa y llena de versos.


Por Federico Espinosa.

lunes, 5 de noviembre de 2012

Recuerdo


 

 El atardecer cayendo sobre nuestras piernas,
vestidas o desnudas ya no recuerdo.

 

 Juncos moviéndose cerca de tu pelo negro,
imágenes vanas diluyéndose, destiñéndose en la mente.

 

Yo entrando y saliendo de tu cuerpo de fuego,
entrando y saliendo como el recuerdo y el olvido.

jueves, 1 de noviembre de 2012

En Secreto




El silencio del aula se rompe por un abrir de carpeta

en la mesa,

entonces todos sabemos

que ha llegado Teresa,

¡oh! terrible niña con pechos de mujer adulta.

Bosteza…

 

Y la lapicera recorre sus labios, besos de plástico

y tinta,

donde estará el calor de la boca ausente

que no te besa.

 

¿Quién habrá perdido las manos del dibujante de tus caricias?

 

Recoges tu pelo radiante, tu pelo color mayonesa,

y mi mano por un momento quisiera ser

una mísera cinta y caerme a tu cuello blanco.

¡Qué sueño! ¡Qué tristeza!

 

-Lección- dice el profesor, hoy es el turno de ella.

Ahí está con su colegiala falda corta y su boca que reza,

que muslos más hermosos. Tentaciones de manos en el aire.

Es hora de irnos, todos nos vamos. Ella bosteza, su novio la espera,

palmea su cola. ¿Será feliz Teresa?

Yo vuelvo al silencio del aula y su pasado y palmeo en secreto, palmeo su mesa.

 

Al Flaco Spinetta

  Te miro desde mi tiempo oigo tu voz fina y ardiente, una musa  se baña en tus rulos, y la otra coquetea con las cuerdas de tu guitarra rud...