Dicen que hay otra poesía en los
alrededores, otra poesía que no habita los barrios canónicos de la palabra,
quizás el libro del poeta Hernán Riveiro tenga ese aire de la periferia, palabras
desde un lado marginal y alejado, poesía fresca con aliento austral.
Desparaiso es el primer libro de
Hernán Riveiro no es raro que el autor haya elegido tal titulo para su obra
pues Desparaiso no es más que el no paraíso, es el sentirse arrojado hacia la
humanidad, hacia la realidad, hacia el dolor de ser lo que no está en ese cielo
de lo divino. Desparaiso el paraíso de lo humano, la congoja risueña del hombre.
Encuentro en este poemario dos
sentimientos muy marcados la existencia y el amor, el grito del ser y la voz de
la piel femenina dejando su susurro en los oídos del poeta.
“Aquí uno es una sombra que
camina en círculos” nos dice el poeta, bien esa sombra está hecha de miedos, de
incertidumbre, dolores de la existencia, heridas que nos deja es des-paraíso
terrenal que habitamos.
“Aquí no llega el sol y por lo
tanto, no hay luz. / No se ve nada. / Por eso ya no tengo ojos más que cuando
vienen los monstruos y nos espejamos.” En estas líneas la figura de la sombra
se desvanece, es absorbida, el poeta baja un escalón más hacia el oscuro hades de
su propio interior, negar el sol es matar su sombra es dejar solo la esencia.
En este círculo dantesco donde Virgilio ha sido desterrado, Hernán se
presiente, se siente, se huele con su otro lado, su “otro yo” el gemelo malvado
quizás, o sus múltiples caras esta faceta humana que a veces nos muestra que
hay demonios incontrolables en nuestras almas. El autor se va desarmando, va quitándose
sus partes, sus sentidos, sin boca, sin oídos, sin ojos, sin labios, sin corazón;
“Cuando escucho algo, lo hago desde el cerebro” aquí la razón vence a los
sentidos Hernán se ha despojado de las vestiduras que ataviaban al cuerpo
humano. Quizás por eso este escrito llamado “Desparaiso” termine con esta línea
“Y seré solo una conciencia, que late” de esta manera el exilio se amplia y en
el paraíso de los monstruos no hay lugar para esa conciencia que late.
Ahora la conciencia debe buscar
un cuerpo, el poeta busca el amor, busca lo infinito, lo que la palabra apenas
si puede pronunciar (la mujer) ese ser que con solo una mirada puede hacer
renacer las raíces muertas del alma “el día que tus ojos/ derramaron su luz/ murió
la poesía/ y nació mi corazón”. El hombre encuentra una mano, una piel y sin
querer el amor. “transito tu piel/ y en cada beso/ tu voz me anuncia/ la
llegada al paraíso. Acá el poeta siente que su redención, su perdón su entrada
a ese paraíso perdido esta en la mujer, en el sentimiento en eso que
simplemente se llama amor.
Pero Hernán es consciente que su redención
también trae gotas, pintitas de dolor “siempre me desilusiono/ y me creo el
cuentito/ de que ya no soy aquel tonto/ que no puede sacarse/ una mujer del
cuerpo”. La conciencia del eterno retorno, ese camino que es la imagen de la mujer,
y el espejismo de un lejano paraíso.
Esta es mi humilde lectura del
poemario “Desparaiso” del poeta y amigo Hernán Riveiro.