¡Oh! Marina tus largas piernas, endebles
musgos
al viento,
tienes un tardío reaccionar, pequeña
niña, corazón de diosa.
Ser un pequeño alpinista y hacer cumbre
entre tus piernas de Amianto.
Dame la locura de tus manos, su olor y
su frescor a menta,
rojiza piel de fuego, ángel sin alas que
me tienta.
Eres una paloma que se alarga al cielo,
y se enreda con mis sentimientos.
Boca deliciosa. Boca pecadora. Boca de
besos sedienta.
Mirándote corre en mi, un fuego muy
lento
comienza a expandirse,
y mi cuerpo sin tu piel se desalienta.
Eres una revelación, sutil cegadora
de mi entendimiento,
me llegas al alma, me llegas como una
muerte lenta.
Pero todo tiene fin, todo acaba ¡lo
siento!
los versos se van, y yo solo veo a una
niña
envuelta en una tormenta.