miércoles, 6 de agosto de 2014

Por algo y para algo.





Dicen que un poema no cambia el mundo,
que esas letritas encadenadas en silencio
solo llenan el espacio vacío de una hoja,
que el poema es la voz de un maricón,
el suspiro del tímido, la utopía de un loco,
la vocecita de la mujer soñadora.

Sin embargo hay en mí una sordera obstinada,
una voz de gallo que no quiere dejar de cantar,
esa voz diciendo el mundo no para
la vida no para, la muerte no para,
el hombre no para, vamos arriba de un tren bala,
arriba de un rayo más oscuro que luminoso,
nos desarmamos, nos desalmamos con tanta velocidad
sobre el pecho.

Así pasamos de esa manera nos vamos
meteóricamente hacia la muerte,
yo no quiero irme así, no quiero esta ceguera,
ni esta lengua apagada,
quiero que mis ojos vean las matanzas de Gaza,
el abrazo de la abuela con su nieto,
la pobreza que poco a poco se va comiendo
a tantos niños,
y quiero que mi lengua haga resonar la voz
que deje algo de todo esto en un papel,
en un lugar del espacio cibernético,
en donde el futuro y el destino lo dispongan.

-No escribas poemas el mundo te puede doler demasiado-
eso decía Juan el linyera con sus ojos llorosos,
el día que yo leía bajo la lluvia un poema.

Federico Espinosa.


1 comentario:

  1. Ser escritor y ser lucido, es una combinación que con los años se ha ido perdiendo. Me alegro tu compromiso.
    Un abrazo.

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