Montones de vos,
dando vuelta
como una bandada
de jilgueros,
piando felizmente
en el nido
de este corazón.
Pedazos de mi,
se hacen humo
girando
entorno al carrusel
de tu mirada.
Detrás nuestro
la voz de la ciudad
grita, clama, aulla
su dolor
de sangre vertiginosa
y autos veloces;
sin embargo
nosotros estamos
aquí parados,
envueltos en un silencio
nacido del beso,
silenciando a la ciudad
y su locura desmedida.
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