martes, 16 de abril de 2013

El Antiescritor





 Detesto a los escritores y a los poetas, me parecen personas inservibles, bobaliconas que no hacen más que mentirnos.
Apelo a su sinceridad no le parecen estos seres unos mediocres imitadores de dios, creando personajes de tinta y papel, y esos poetas con sus mediocres refrancillos a lo Flanders, son unos debiluchos de lengua afilada.
Como estos señores tienen la audacia de decir que están trabajando, por dios se me llenan las manos de ira mentirnos de esa manera, si lo único que hacen es sentarse en algún lugar y escribir mientras su abdomen comienza a parecerse a un globo terráqueo  y su culo se achata de tanta silla en su vida, y los poetas que se pasean por todos lados mendigando el sexo de alguna mujer neorromántica que caiga rendida ante el poder de algunos versos cursis, patéticos amantes estos poetas.
Me rio cuando algunos de estos estafadores de la palabra es elevado al pedestal del erudito y lo ensalzan como a un dios pagano nacido de críticos lame botas y editoriales desésperadas por la recaudación de su best seller.
Yo levanto la bandera contra esos escritores y poetas, llevo más de la mitad de mi vida tratando de desenmascararlos a todos delante de la sociedad, sé que algún día lo lograré, imagino la gran carcajada mía frente a los mentirosos y su cara totalmente avergonzada ante la mirada de todo el mundo, que los insultara y los expulsara de nuestra sociedad, si ese será el mayor y más justo milagro que el hombre haya recibido en toda su existencia.
No exagero, sé que no exagero, nunca confié en ellos son tan ilusos y se escapan de esta realidad con su traje de palabras camaleónicas, es necesario que esto termine de una vez y para siempre.
-Ah joven recuerde que mañana presento mi novela número 25 y usted está invitado-
Eso fue lo último que me dijo el viejo escritor antes de terminar el mismo la entrevista que yo le realizaba, baje las escaleras porque el ascensor estaba fuera de servicio, fueron cinco pisos recorridos en minutos, mientras lo hacía pensaba que el anti-escritor  ya había nacido y se encontraba disfrazado de lo que más odiaba.

 










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