miércoles, 10 de junio de 2009

PLEGARIA DEL HOMBRE QUE NUNCA VIO EL MAR

¡Ay ! mar, dime por qué te quiero,
por qué mis ojos te sueñan
sin haberte visto nunca,
¿será que habrá en mi sangre sal de tu espuma?.

Extraño tu piel, tu piel de arena,
caricia lejana que nunca he sentido.
Mar de sueños perdidos,
camino tu huella como barco hundido.

Quiero ver tu color, tu color de cielo,
que mis pupilas lo guarden como oro escondido.
Oír el idioma de las olas cuando le hablan al viento,
y que descansen en mi alma como el barco en el puerto.

Y en la inquietud de los niños te imagino,
siempre movedizo y tan hermosamente misterioso.
Tus olas han de jugar tomadas de la mano,
haciendo una ronda de infinito milagroso.

En las noches lejanas
la red de mi alma te atrapa,
me siento un pescador solitario he iluso
que corre tras ese mar de sueño y olvido.

A veces pienso si la gaviota nacerá de tu espuma,
como nacen en ti los peces de colores.
Y mi mente se sumerge en tu agua taciturna,
ella se duerme en tu profundidad sin dolores.

El viento me trae tu eco de roca y agua,
lo deja reposando en mi oído eternamente.
Susurran en la mañana las aves y tu canto,
perdido océano de ti me siento ausente.

Dime mar si algún día te veré,
o seré un náufrago de arena y soledad.
Tal vez este poema sea la súplica
del hombre perdido que nunca vio el mar.

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