EN LA GRUTA
¡Ahí! ¡A vuestras plantas me mato!
Porque infinita es mi miseria,
y la tigresa espantosa de Hircania
es una cordera a vuestro lado.
Sí, aquí dentro tengo, cruel Climene,
esta espada que en muchos combates
a tantos Escipiones y a tantos Cirus venció,
¡va a terminar con mi pena!
¿Acaso tengo necesidad de ella
para descender a los campos Elíseos?
¿No traspasan ya las flechas afiladas del amor
mi corazón, desde que vuestros ojos me miraron?
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