La sangre corre por la calle
el auto ni siquiera se detuvo,
llora una anciana
grita mientras el dolor
como un manto
le tapa el cuerpo,
los nenes de la plaza
miran y aprenden
el significado de la sangre
sin calor ni latido.
Los gitanos se ríen
de la abuela
de su llanto
de la muerte
del pobre perro
que cruzó la calle
y no miro a los costados.
Hay dolores que no se entienden
porque todavía no nos cae la soledad,
ellos se reían de la anciana
como si la muerte fuera un chiste
una alegría zíngara
un cuento romaní,
en sus voces gruesas
y debajo de sus polleras
también descansa el fin
como una risa silenciosa.
Federico Espinosa
lunes, 7 de noviembre de 2016
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