En días de tormenta me subía a los árboles
amaba esa locura de sentir el cielo más cerca,
de sentir la desnudes de mi alma,
saber de alguna manera que la libertad
estaba más allá de la muerte,
y mi padre me miraba sin decir palabras
su silencio cómplice era parte de esta aventura,
en el fondo de sus ojos
yo encontraba la serenidad,
un silencio de nevada copiosa,
un instante de paz, un refugio
para la inocencia de aquel niño que era,
mientras arriba el cielo era partido
por relámpagos y truenos
y el imperio de los dioses parecía
venirse abajo.
Federico Espinosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario