Como un rey eras,
eras si ese monarca
sin corona,
ese espartano
que a la hora
de la muerte
se tendió sobre su escudo
y lloro como un guerrero,
como un hombre
abrazado al miedo
y a la incertidumbre
de cerrar los ojos
para abrirlos
del otro lado,
donde rostro y alma
se miran
y quizás se perdonan,
eras el rey
ante los ojos de aquel niño,
el niño que fui
y al que nunca volveré.
Hoy no hay rey,
ni guerrero, ni padre,
solo recuerdos
y palabras
que de a poquito
lastimosamente se van perdiendo
en los laberintos de la memoria.
Federico Espinosa.
No hay comentarios:
Publicar un comentario