Una moneda en el aire
cae con su brillo a cuestas,
gira mostrando la cara
y la cruz de su entierro metálico.
La moneda da vueltas
en el vacío enorme
donde el tiempo
frunce el ceño
y ahoga su carcajada eterna.
Le huye al maquillaje del oxido,
le teme a la vejez de su metálica piel,
todo su valor es solo un soplo
ante el despiadado paso de las horas.
Segundos de caricias flotantes
y luego la meteórica caída
de su cuerpo redondo,
y así se va como la vida
entre pestañeo y pestañeo
años sobre los cuerpos,
sobre los hombres
sobre el mundo
sobre el tiempo que nunca se arruga.
miércoles, 5 de octubre de 2011
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Muy hermoso Federico. Me has atrapado en el decir de tu bello poema.
ResponderEliminarUn abrazo y un beso,
Juan Cruz
Hermoso, para que luego digan "poderoso caballero es el dinero". La humanización del objeto es cosa que humaniza al mundo en el mismo acto de subjetividad.
ResponderEliminarTe dejo uno de Jose EMilio Pacheco que me encanta:
BAJO EL TRANVÍA PRIMAVERA
Bajo el tranvía "Primavera"
aplastábamos las monedas.
Quedaban planas como hostias,
simples objetos de goce,
caricia al tacto, aire puro.
Ruedas y rieles volvían
cosa de nada el dinero.
Es que hace una hermosa pareja con el tuyo. Un abrazo, me encanta como escribes.
muy buen poema, saludos.
ResponderEliminarGracias por tu visita a mi blog Juan Cruz.
ResponderEliminarSaludos
Gracias por tu comentario Alba, me gusto mucho el poema de Emilio Pacheco.
ResponderEliminarSaludos
Horacio un placer tu visita a mi pequeño refugio poetico, he leeido yu novela y me ha fascinado.
ResponderEliminarSaludos