La lluvia fina es el recuerdo
que me queda del niño,
quizás también el barro rojo
y ese olor a tierra triste,
el día era un ovillo
de minutos que se iban
envolviendo
para tejer las nuevas horas.
Un largo silencio
se quebró lloró la paloma,
y su queja rompió el instante
desentramo la extrañeza
borro el poema escrito
por la nostalgia del día.
Las flores de plástico
eran silencios
que adornaban la muerte.
Aquel día llovía
adentro y afuera de mi.
Federico Espinosa.
jueves, 10 de noviembre de 2016
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