Cuando mi abuela decía
que aguerio cae del cielo
yo me transformaba en lluvia
me partía en gotas infinitas
y por un momento comprendía
el idioma milenario del agua.
A veces ella hundía su mirada
en el cuerpo de la noche
y dejaba escapar unas palabras:
-Qué lindo es ver latir
los colorcitos del cielo-
Entonces yo ponía mis manos
sobre mi pecho
mi cuerpo era cielo, noche
y mi corazón una estrella
pintado de un extraño color
un gris titilante quemando mi noche.
Cuando hablaba Guillermina
el lenguaje se quebraba
sus palabras flotaban en el aire
como burbujas misteriosas,
cuando su boca pronunciaba
aromaba el mundo
y estremecía mi conciencia
con esa forma de hacer nacer la palabra.
Federico Espinosa.
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