Alto viaje nos pegamos aquella vez, fue llenar las mochilas
y arrancar sin pensar en nada más.
Viajamos en el colectivo más barato, una cafetera con ruedas
conquistando el camino.
La charla iba de Rimbaud a Mansilla, de París a la Patagonia,
de tu lenguaje exquisito a mi lengua herida de palabras,
íbamos por una ruta y éramos olvidos llenos de sueños.
Tu hablar era un susurro envuelto en el ruido del motor,
una pista musical encantado los oídos, afuera pasaba la inmensa
pampa reino de coirones y choiques veloces como el viento.
Amábamos la poesía la defendíamos como jedáis y su fuerza
nos acompañaba.
Hoy detrás de aquel presente solo somos memorias,
dos figuras transformadas en recuerdos,
Rimbaud sigue embriagado en el infierno y a Mansilla lo veo
comprando en el mercado chino, París y la Patagonia
son dos folletos seduciendo turistas de dientes blancos,
de tu lenguaje queda esa luz que alumbra el pasado
y mi lengua árida sigue herida habitando el silencio.
La poesía escapa en el lomo del choique al reino de los
coirones.
Federico Espinosa.
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