La noche se iba
tu cara
renacía angelical
los demonios
de tu ser
eran solo preguntas,
tu dios
era un deseo
concebido por el miedo,
la profundidad de tus ojos
abría el abismo de la locura,
vos tenías la insolencia del mar
y el silencio enigmático
de la cruz en la tierra.
tu cara
renacía angelical
los demonios
de tu ser
eran solo preguntas,
tu dios
era un deseo
concebido por el miedo,
la profundidad de tus ojos
abría el abismo de la locura,
vos tenías la insolencia del mar
y el silencio enigmático
de la cruz en la tierra.
La noche se iba
como un río mudo
la figura del angelito
asomaba en la lejanía,
el pequeño imploraba
sin saber que sus alas
eran de cemento.
como un río mudo
la figura del angelito
asomaba en la lejanía,
el pequeño imploraba
sin saber que sus alas
eran de cemento.
Vos seguías ahí
parada frente al amanecer,
yo miraba tu sombra
y veía nacer el augurio
el deletreo voraz
que antecede al poema.
parada frente al amanecer,
yo miraba tu sombra
y veía nacer el augurio
el deletreo voraz
que antecede al poema.
Federico Espinosa.
Muy bueno Fede,
ResponderEliminarAbrazo
Muchas gracias Horacio por tus lecturas, es bueno saber que estas palabras no fueron silencio virtual.Abrazo maestro.
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