Lejos el rumor del
mar grita. Una voz aun más lejana reza la plegaria del ausente que alguna vez
partió entre lágrimas y una mirada llena de adiós y de muerte.
El espejo guarda
imágenes de días pasados, mortajas ausentes flotando por entre los dedos del
tiempo.
Detrás del llanto
solo hay valor o cobardía, huellas dejadas en la arena de una triste calle
envuelta en la polvareda del olvido.
Un hilo que busca
liberarte del laberinto de tu propia pesadilla, astillas que solo sirven para
una fogata en la tristeza del alma.
Sensaciones de
partidas hacia un incierto destino, manos llenas de despedidas y vacías de un
recibimiento entre sombras y luces lejanas.
La plegaria sigue su
camino místico, en algún lugar del mundo el ausente descansa en la eternidad
del sueño de su regreso.
Héroe que vive en una
falsa gloria. Derrotado el ausente cierra sus ojos, detrás una sonrisa
silenciosa ya no se atormenta por su apariencia, su muerte es su paz.
Su muerte es su
victoria, la deformidad de su cuerpo es el mito que abraza al tiempo, nadie
soñó con su mirada pues era un lienzo triste lleno de soledad.
Voz o mugido que
viaja por el tiempo recordándole al hombre que él esta ahí, en los laberintos
infinitos de su alma, aun espera, sabe
que su vida trasciende el hilo de las parcas.
Su vida fue lo que
quiso su destino, su destino fue la vida del eterno destierro, caer fue la
gloria que noche a noche añoraba en sus sueños, ya no hay laberintos más allá
de la muerte.
El ausente deja que
su voz y su mugido viajen junto al viento, que importa es libre, no más paredes
para sus ojos, solo plegarias envueltas en una dulce sonrisa.
Muy bueno Federico! También elegiste darle la mirada desde la bestia para el gran mito del poderío cretense.
ResponderEliminarSi Claudia es la mirada o mejor dicho el sentir interno de la bestia.
ResponderEliminarSaludos